lunes, 25 de abril de 2011

Boo!




“Mis letras te lanzo con herculino esfuerzo,
pues eres el fantasma que nadie ha de mirar.
Y aunque tenga que temblar
al pensar en lo que digo
te veo,
enemigo,
y te he de confrontar.”




¡Saludos! Y bienvenido al post oscuro del blog. Si estas pasando un buen día no sería mala idea hacer otra cosa.

Porque vengo a hablarte de la muerte. Lamentablemente, nadie puede decir cómo se siente morir, que pasa después, etcétera. Tampoco puedo hablar por nadie de los demás pero sé que mis sentimientos no son únicos y que la sensación de inevitabilidad vive en el fondo de todo ser. Porque estar vivo implica morir y morir implica dejar de existir para siempre. Citando al Dr. Balaguer: “El problema no es que la vida es corta, es que la muerte es muy larga”.

Por ejemplo, el 2012. Seguro no va a pasar nada, pero, si pasara ¿como sería? Yo me he hecho esta pregunta. Tu también. ¿La respuesta? Nada.

En su defensa, aquí sirve de maravilla la religión, para ustedes afortunados ignorantes que se pueden convencer. Pero muy muy en el fondo creo que incluso los creyentes que me leen saben lo que les digo. ¿Si no… por que lloramos tanto en los funerales?

Ok, el 2012 no, pero algo que sí pueda pasar como el cambio de los polos magnéticos, un asteroide o similar cataclismo. De nuevo, ahí se acaba todo para todos. O algo más personal: Un accidente de tránsito. Instantáneo, puf. ¿Algo más imprevisible? ¿Un accidente cerebro vascular? Hoy, durmiendo.

¿Personalmente? Mi truco es no pensar mucho en eso. Aceptar la inevitabilidad que implica estar vivo. En mis días más optimistas a veces entiendo que la tristeza y el desamparo ante la muerte se traducen lógicamente a felicidad y éxtasis por estar vivo. Quizás de aquí nacen mis días de gula y excesos. Mis ganas de llevarme el mundo por delante.

Dicen que los grandes intelectos torturados siempre tienen una tendencia al suicidio, especialmente los más valientes. Estos mismos acusan de curiosidad lo que nosotros llamamos demencia.

Y es que luego de pensarlo tanto, resulta emocionante. Resulta intrigante. ¿No? Piénsalo. La pregunta que todos nos hacemos… al final siempre se responde.

¿Que pasa cuando me muero?

¿Y si no hay ninguna respuesta?



Exactamente.