viernes, 20 de agosto de 2010

El mejor concho del mundo.


Una tarde, al ocaso de un recreo no tan lícito, me subí a un concho de la ruta P. Mientras mataba el tiempo en el divertido juego de "mirame cuando no te miro" con la niña linda que iba sentada al frente sentí algo. Mas bien, no lo sentía. Mis oidos descansaban relajados y mis ojos apreciaban un concho de pulcritud pristina y ambiente acogedor. La sorpresa me atacó al darme cuenta que en mis oidos resonaban las bellas melodias clasicas de la emisora Raices (95.1). Lleno de incredulidad mire a mi alrededor como si la violenta y común realidad fuese reemplazada de momento por una versión idealista de la que nunca quisiera salir. Impreso en el mas humilde papel A4 descansaban varias frases para el aprecio de los usuarios del usualmente caotico transporte:

"La musica clasica es uno de los grandes placeres de la humanidad. Si se inculca en uno el gusto por ella se convierte en una compañera de toda la vida."
"El primer dia de tu vida es hoy, no lo desperdicies"
"Eres una estrella, unica y especial en el mundo"
"La naturaleza, el arte, la ciencia y yo odiamos el vacío"


Con ojos desorbitados pregunté al conductor: "Perdone, como se llama usted?"
"Me llaman Felix Rodriguez, mucho gusto."
Como haria yo para explicarle, Felix, lo que significaba para mi el oasis de paz en que me habia metido? Lo afortunado que me sentí al estar, por un momento, en el lado dulce de esta cruel dicotomía?

Tal cual pude verbalizar mi emocion vi la suya crecer y por un momento ninguno de los dos eramos extraños en un pais caotico. Hablamos sobre la musica, sobre la suerte, sobre como no tener nada nos enseña que lo que tenemos vale mas que todo.

En este humilde y optimista profesor de musica desempleado pude ver con claridad como la triste realidad de mi pais saca a relucir de las mas brillantes y nobles cualidades de sus habitantes. El amor por lo que te gusta, disfrutarlo sin importar donde te encuentres, expresarlo libremente y con suerte encontrar, en un buen dia, alguien con quién compartiirlo. Don Felix es un ejemplo de como un ser humano puede ser plenamente feliz consigo para luego ser feliz en su mundo. Que suerte haberlo conocido y que suerte haber escuchado, en ese momento, la bella melodia del maestro Vivaldi.

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